Por Héctor Bayona | Abril, 2025 |
Una fábula digital.

Un día cualquiera, Mariana de 14 años, decidió grabar a su abuela preparando su legendaria receta de enchiladas. Pero justo cuando sazonaba la salsa, una ardilla entró por la ventana, se llevó una tortilla del comal y salió disparada como si supiera que estaba en vivo.


Mariana, entre risas, subió el video a TikTok con el título: “Mi abuela y la ardilla cleptómana😂🌯”. En cuestión de horas, el video empezó a moverse, a comentarse, a compartirse. Más tarde, Mariana dijo emocionada:

—¡Abue, estás siendo viral! ¡Es el algoritmo!
—¿El qué? —preguntó la abuela, mientras sorbía su té de canela.

Esa noche, la abuela soñó que el algoritmo bajaba del techo de su cuarto flotando entre nubes de notificaciones. No tenía rostro, pero sí una voz envolvente y educada, como la de Ignacio López Tarso.

—Señora —dijo Don algoritmo—, si de verdad quiere más alcance y visibilidad, le voy a compartir los ingredientes de la viralidad:

Ingredientes:

  • 80 cuentas de Tik Tok bien coordinadas (repartidas entre simpatizantes genuinos y bots con credenciales falsas).

  • 1 puñado de microinfluencers afines, de preferencia con buena dicción y sonrisa contagiosa.

  • 1 plan de pauta segmentada en Instagram (target: usuarios entre 18 y 30 años que hacen scroll antes de dormir).

  • 3 stickers originales con ardillas, tortillas o señoras con chancla.

  • 5 cadenas tipo “no sabes lo que hizo esta abuela…” (de preferencia con emojis sospechosos).

  • 1 titular pegajoso reciclado: “La frase que encendió las redes” (aunque no haya tal frase).

  • Música libre de derechos con ritmo emotivo.

  • Iluminación cálida, tipo “documental de recetas de pueblo”.

  • Modo de preparación:

  • A la hora pactada, se lanza el video desde decenas de cuentas sincronizadas; los microinfluencers reaccionan con entusiasmo milimétrico, la pauta apunta directo a la audiencia seleccionada, y en WhatsApp circulan stickers y cadenas mientras los medios replican el titular. Todo debe estar bien coordinado en una coreografía digital.

  • Nota: Dejar reposar 12 horas. Si no se viraliza, repetir proceso cambiando soundtrack o agregando nieto simpático.

- Esto es lo que llamamos engagement, tráfico cruzado, y amplificación orgánica —dijo el algoritmo. - Asi funciona el juego de la viralidad.


Al otro día, apenas se había levantado, Mariana corrió con su abuela para mostrarle el celular:

Abue! ¡300 mil vistas! ¡Nos están pidiendo segunda parte! Hay que repetir la receta, pero esta vez con luz de aro, música de fondo y un final más dramático.

La abuela la miró con ternura. Se quedó callada un instante y con una sonrisa que mezclaba cariño, picardía y algo de nostalgia, le dijo:

—¿Y si mejor le enseñamos a la ardilla a cocinar?

Moraleja: no todo lo que brilla en la red es espontáneo. A veces, detrás de la “magia”, hay una coreografía perfectamente programada. Y otras veces, el azar —eso que ocurre sin luces ni guión— es tan encantador que no necesita segundas partes.


Héctor Bayona
Linkedin.


Recursos

Idea original: Héctor Bayona
Ilustración de portada y stickers: ChatGPT
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